El lesbodio avanza
La violencia contra las mujeres lesbianas no es un hecho aislado ni circunstancial. Es el resultado de una cultura que denigra a las mujeres, que descalifica la autonomía femenina y que, desde los discursos de poder, alimenta el odio contra quienes desafían el mandato patriarcal. En Argentina, el lesboodio se traduce en ataques sistemáticos, invisibilización judicial y un Estado que, bajo la gestión de Javier Milei, no solo niega la violencia de género sino que la ridiculiza y la amplifica.
📍Orán, Salta: Un hombre irrumpió en la casa de una activista lesbiana de 32 años, intentó asfixiarla, la golpeó y la apuñaló mientras la amenazaba.
Estos crímenes de odio están marcados no solo por la discriminación hacia la diversidad sexual, sino por un componente de misoginia extrema. Las lesbianas no solo son atacadas por ser parte de la comunidad LGBTI+, sino también por ser mujeres que desafían el modelo tradicional de feminidad y heterosexualidad.
Hace menos de un año, Argentina fue testigo de uno de los crímenes de odio más atroces de los últimos tiempos: la masacre de Barracas. Cuatro mujeres lesbianas fueron prendidas fuego intencionalmente, y tres de ellas murieron a causa de las quemaduras. Sin embargo, la Justicia se negó a caratularlo como un crimen de odio, reduciendo el caso a una cuestión meramente criminal sin perspectiva de género.
El mensaje de la impunidad fue claro: en Argentina, las lesbianas pueden ser asesinadas y el Estado no va a reconocerlo como lo que es: un crimen de odio misógino.
El odio que alimenta estos ataques tiene un correlato directo en el discurso del gobierno nacional. Javier Milei y su espacio político han hecho de la misoginia y el ataque a la diversidad sexual una bandera política.
Desde la campaña electoral hasta su gobierno, Milei ha repetido mensajes de desprecio hacia las mujeres, relativizando la violencia de género y burlándose de los feminismos. Sus ataques contra las políticas de igualdad de género, su insistencia en llamar "feminazis" a quienes defienden derechos conquistados y su desprecio hacia cualquier medida que busque reducir la brecha de género han instalado un clima de mayor legitimación del odio.
Sus funcionarios tambien han contribuido al problema, Diana Mondino, ex canciller, comparó la homosexualidad con tener piojos. Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, eliminó programas de asistencia a víctimas de violencia de género, dejando en desprotección a miles de mujeres. Lilia Lemoine, diputada, sugirió en campaña que las mujeres deberían pedir "permiso" a los hombres para abortar. El Ministro de Justicia de la Nación csostuvo que: “Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología. Son inventos subjetivos”.
Cuando desde el Estado se fomenta el desprecio a las mujeres y se patologiza a la diversidad sexual, lo que sigue es la violencia extrema.
Uno de los casos más brutales de violencia infantil en Argentina fue utilizado como una herramienta política para atacar a las mujeres lesbianas y reforzar discursos de odio. El asesinato de Lucio Dupuy, perpetrado por su madre y su pareja en 2021, fue distorsionado por sectores de la derecha y el oficialismo para sostener falsos supuestos sobre la crianza en hogares LGBTI+.
Se construyó una narrativa falsa que pretendió instalar que el crimen de Lucio es representativo de los hogares con madres lesbianas, cuando la realidad estadística demuestra que los casos de maltrato infantil, filicidio y abuso sexual son cometidos en su gran mayoría por varones cisgénero dentro del ámbito familiar tradicional.
Los datos oficiales muestran que:
Pese a estos datos, Milei y su gobierno han reforzado discursos que vinculan el caso de Lucio con una supuesta amenaza del feminismo y la diversidad sexual. No es casual que el presidente haya convertido la Ley Lucio en una de sus pocas prioridades legislativas, utilizando el caso para sostener su agenda de odio, mientras desmantela políticas de protección a infancias y adolescencias en situación de vulnerabilidad.
El asesinato de Lucio Dupuy es un crimen atroz, pero no es un caso representativo del maltrato infantil en Argentina. Su uso con fines políticos es una estrategia perversa que refuerza estigmas y aleja la discusión de las verdaderas causas estructurales de la violencia contra las infancias.
La violencia contra mujeres lesbianas es sistemáticamente invisibilizada en los registros oficiales y en la agenda política. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, en 2023 se registraron 133 crímenes de odio en Argentina. El 89% de las víctimas fueron mujeres trans, pero los ataques a lesbianas siguen siendo subregistrados.
Cuando se analizan los datos de femicidios en Argentina, la ausencia de un enfoque interseccional oculta los crímenes de odio por orientación sexual. En muchos casos, los asesinatos de lesbianas son registrados como simples "homicidios" sin considerar el factor de odio de género y orientación sexual.
El Estado tiene la obligación de prevenir, investigar, sancionar y reparar los crímenes de odio. Sin embargo, el gobierno de Milei ha eliminado políticas de género, ha desfinanciado organismos de asistencia y ha instalado una narrativa que ridiculiza la violencia hacia las mujeres.
Mientras Milei se burla de la desigualdad, mientras su gobierno desmantela políticas de protección, mientras la Justicia se niega a reconocer los crímenes de odio, las lesbianas en Argentina son atacadas, asesinadas e invisibilizadas.
Cada discurso de odio tiene consecuencias. Cada burla presidencial contra las feministas legitima más violencia. Cada política de ajuste que recorta derechos deja a más mujeres desprotegidas.
No es una opinión. El odio mata. Y quienes lo promueven, lo permiten o lo ignoran, son responsables.