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La operación contra Lizy Tagliani:
Viviana Canosa, Ballard y el discurso transodiante

Lizy Tagliani se convirtió, sin buscarlo, en el blanco de una nueva operación de odio que articula los discursos más peligrosos de la ultraderecha mediática, disfrazados de cruzada moral. La responsable: Viviana Canosa, quien durante días insinuó públicamente que la actriz y humorista podría estar vinculada a redes de trata y abuso infantil. Lo hizo sin pruebas, con declaraciones cargadas de morbo, teorías conspirativas y un estilo acusatorio apenas disimulado bajo la fórmula “yo no acuso, solo informo”.

Todo comenzó con una supuesta denuncia por robo que Canosa mencionó en su programa, y derivó en una serie de insinuaciones cada vez más graves. Dijo que había fiestas de la farándula con presencia de menores, mencionó el caso del detenido ex Gran Hermano Marcelo Corazza, y llegó a nombrar a Lizy Tagliani como posible implicada. También deslizó conexiones con el caso Loan, el niño desaparecido en Corrientes, en una maniobra discursiva digna de QAnon.


La gravedad de estas afirmaciones no es solo simbólica: el Poder Judicial decidió suspender el juicio de adopción que Lizy estaba tramitando para obtener la guarda definitiva de su hijo, Tati. El daño está hecho. El escrache sin pruebas, con base en rumores y conspiraciones, bastó para interferir en la vida familiar de una mujer trans que venía cumpliendo todos los requisitos legales para convertirse en madre adoptiva.

🎥 El "efecto Ballard" y la exportación de odio conspirativo

Este episodio no se da en el vacío. Canosa se reunió recientemente con Tim Ballard, el exagente estadounidense que inspiró la película Sound of Freedom y se hizo célebre por su supuesto combate contra la trata de personas. Ballard ha sido denunciado por varias excolaboradoras por abuso sexual y por fabricar relatos de rescates heroicos que nunca ocurrieron. Su figura es central en la narrativa conspirativa de QAnon, que postula que las élites globales integran redes satánicas de pedofilia.

Canosa replicó ese mismo esquema: discursos emocionales, mezcla de datos ciertos con relatos indemostrables, construcción de un enemigo interno (en este caso, una mujer trans de clase trabajadora que quiere adoptar), y el uso del miedo como arma de control social.

Al igual que Ballard, Canosa dice hablar "por los niños", pero su objetivo es claro: sembrar odio y sospecha sobre colectivos históricamente vulnerados. Lo que no tiene lugar en sus denuncias es el respeto por la verdad, el debido proceso, ni el más elemental derecho a la defensa.

🏛️ El rol del Estado y la normalización del discurso de odio

Que el Poder Judicial suspenda una adopción en curso por dichos televisivos sin respaldo probatorio muestra hasta qué punto la institucionalidad argentina está permeada por el discurso de los medios. Y no cualquier discurso: uno profundamente reaccionario, misógino y transodiante, que ha encontrado en el gobierno de Javier Milei un marco de validación.

Desde que Milei asumió, las políticas públicas con enfoque de género han sido eliminadas, ridiculizadas o directamente perseguidas. Sus funcionarios impulsan un revanchismo conservador que legitima violencias estructurales bajo la excusa de “libertad”. En ese clima, operaciones como la que sufrió Lizy no solo son posibles: son funcionales.

No es casual que Canosa, Ballard y Milei compartan enemigos comunes: las diversidades sexuales, el feminismo, la justicia social, los organismos internacionales de derechos humanos. Construyen un relato donde los trans, las madres solteras, los activistas o los artistas no son sujetos de derechos, sino amenazas. Y frente a esa amenaza, se permiten todo: incluso frenar una adopción por el simple hecho de que quien desea adoptar no encaja con su idea de “normalidad”.

✊🏽 No es una polémica, es violencia

Lo que Viviana Canosa hizo con Lizy Tagliani no es “una denuncia equivocada”. Es violencia simbólica, institucional y mediática. Es una forma sofisticada de persecución que busca disciplinar, no solo a Lizy, sino a toda persona trans que se atreva a existir en plenitud, a formar familia, a construir futuro.

Que esta operación se haya alimentado del discurso de Ballard, que la justicia haya actuado en función de rumores, y que parte de la prensa la haya replicado sin chequear nada, es una advertencia: la maquinaria del odio está en marcha, y ya no necesita pruebas para dañar. Solo necesita un micrófono, una cámara y un objetivo vulnerable.